La selección española de balonmano remató su gran Mundial logrando el bronce al derrotar a la anfitriona Suecia (23-24) en un partido de infarto en el que ganó el mejor equipo. El cambinado nacional logra esta forma su segunda medalla mundialista, después del oro conquistado en Túnez 2005.
Fue el momento más importante del partido. España sacó la casta que le ha caracterizado en este Mundial y con calidad contrarrestó esa renta e, incluso, pasó a dominar de tres tantos gracias a un parcial de 6-0. Siete minutos de oro en los que se empezó a forjar el bronce. España ya no volvió a ir por detrás en el marcador y se limitó a responder los goles suecos que, pese a todo, llegaron a empatar a 22 a falta de cinco minutos.
Y ahí, en ese instante en el que el público aprieta más que nunca, en el que el rival está con la moral en sentido ascendente y en el que los árbitros nos habían dejado con uno menos por exclusión de Aguinagalde, fue donde la selección española no falló. Aparecieron los blocajes, prosiguieron las paradas de Sterbik y marcaron Julen y Alberto Enterríos.
El gol en apoyo del asturiano, el 24-22, salió de dentro, de ese corazón que aún se acuerda de su madre recientemente fallecida y que empujamos entre todos. Faltaban dos minutos. Suecia marcó un tanto. Pero esta pedazo de selección no dejó que se le escapara el bronce, el merecidísimo bronce.
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